Un paso atrás para observar y seguir adelante. 



Historia de una grieta.











Parece increíble pero llevo más de un año en esta ruta y, aunque siempre hay dudas y preguntas, es la primera vez que me detengo y me pregunto porqué empecé a caminar. 
 

Fernando Ramos
para Constar.





A veces empezar y acabar.
Otras empezar y dejar espacio para volver a comenzar. 





Hay caminos que son como grietas que sucumben a la erosión o a la tensión para explotar y aunque a veces se equivocan saben volver atrás para avanzar.

Y hay caminos como plantas que crecen de forma natural, porque se dieron las condiciones perfectas para brotar.   

Lo que sin duda parece inevitable es caminar.

Como un peregrino que asume avanzar para llegar a un lugar o a un destino. 

O peor aún, con la idea desesperante de disfrutar del camino. 






Una grieta me enseña que cuando caminas por presión o por erosión lo más probable es que camines en muchas direcciones, y que, con frecuencia, tenga que volver a atrás para hacer algunas correcciones.

Las plantas demuestran que se puede caminar en cualquier lugar, solo necesitan luz agua y un poco de tierra para que nada interrumpa su crecimiento natural.








 

No le voy a mentir, ultimamente he pensado muchas veces en parar.

Pero me he dado cuenta de que lo que sentimos no se puede detener ni tapar.

Solo se puede respetar y disfrutar.





Siento constar como una grieta. 

Que retrocede y avanza por presión y erosión de las necesidades que tengo en realidad.  

Y siento que esas grietas dan la oportunidad de entrar luz y agua para que las plantas puedan brotar. 






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