Soy la mano, la piedra y la primera gota que me hizo deslizar.



Día 01











Empieza el año, siento un empacho emocional.
A continuación la digestión de un día 1 de enero sentado frente al mar.

La historia de una piedra que fue lanzada sin pensar. 
 

Fernandito Ramos
para Constar.





Desde una altura como esta o algo similar. 







Me lancé al precipicio y recuerdo que lo importante fue la fuerza con la que me impulsé. 

Apenas me dio tiempo a disfrutar del vuelo cuando comencé a caer.

En el fondo me esperaban grandes rocas que estaban allí desde hacía muchos años. Me superaban en número y en tamaño. Solo tenía dos opciones, rebotar o romper.  

Y reboté y me rompí. Algunas partes de mí solamente querían jugar, otras encontrar un hueco entre las demás para sentarse a ver la vida pasar.




Hasta que llegó la temporada de lluvia y, por suerte, algunos pequeños trozos no se habían sujetado a ningún lugar. Las gotas se convirtieron en charcos, y el rio en cascada al final. 

Solo tuve que dejarme llevar.

Por el camino llegó el momento de olvidar los trozos que formaban parte de mi antes de despegar y que quedaron atrás. Les agradezco por igual el tiempo que estuvieron y el momento que tuvieron que marchar.

Ahora solo puedo dar las gracias y flotar hasta llegar al mar.

Y del ciclo del agua volver a disfrutar.



 

Y eso es lo que quiero seguir haciendo.

Surfear entre lo que siento y quiero y, que la vida me lleve donde detenga que llevar.





Soy la mano que me lanzó y que me hizo comenzar, soy la pequeña piedra en el aire que vuela en libertad y las grandes rocas pacientes del barranco que simplemente están en un lugar.

También soy la primera gota de lluvia que me hizo deslizar en mi camino al mar.






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